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Los carismas franciscanos a la luz de la Sagrada Escritura

8 de junio de 2025 por
Los carismas franciscanos a la luz de la Sagrada Escritura
Administrador
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El carisma franciscano, inspirado en la vida y experiencia de San Francisco de Asís, no es simplemente un estilo de espiritualidad, sino una forma concreta de vivir el Evangelio con radicalidad, sencillez y amor universal. Estos carismas están profundamente enraizados en la Sagrada Escritura, que alimentó la vida de Francisco y de todos los que siguen su camino.

1. Pobreza evangélica: confiar sólo en Dios

Francisco abrazó la pobreza no como carencia, sino como libertad para confiar enteramente en Dios.

"No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras bolsas" (Mateo 10,9).

"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos" (Mateo 5,3).

La pobreza franciscana es un carisma que denuncia el apego a lo material y anuncia la providencia divina. Quien sigue a Cristo pobre, encuentra en Dios su verdadera riqueza.

2. Hermandad universal: todos somos criaturas de un mismo Padre

San Francisco llamaba "hermano sol", "hermana luna", "hermano lobo"... Esta visión nace de una experiencia contemplativa y bíblica de la creación como don de Dios.

"Un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos" (Efesios 4,6).

"Toda criatura que está en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra... decía: Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza y gloria" (Apocalipsis 5,13).

El carisma de la fraternidad universal impulsa al franciscano a vivir en paz con toda criatura, promoviendo el respeto, la ecología integral y la reconciliación.

3. Paz y bien: sembradores de reconciliación

Francisco era un hombre de paz, no de teoría, sino de acción. Su saludo "Paz y Bien" refleja el anhelo profundo del Evangelio.

"Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios" (Mateo 5,9).

"Si en verdad aman la vida... apártense del mal, hagan el bien, busquen la paz y síganla" (1 Pedro 3,10-11).

El carisma franciscano impulsa a los creyentes a ser instrumentos de paz, mediadores en conflictos, constructores de puentes.

4. Sencillez y humildad: ser como niños

Francisco imitaba a Cristo humilde, nacido en un pesebre y crucificado. Su vida fue un eco del Magníficat de María: Dios mira a los humildes.

"Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mateo 11,29).

"Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes" (Santiago 4,6).

Este carisma enseña que la grandeza está en el servicio, que la autoridad está en el amor, y que el Reino de Dios es de los pequeños.

5. Amor al Crucificado: configurarse con Cristo

Para Francisco, el Crucificado era su "Amor", su "todo". En la contemplación del Crucifijo de San Damián, recibió su misión.

"Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí" (Gálatas 2,20).

"Nosotros predicamos a Cristo crucificado" (1 Corintios 1,23).

El carisma franciscano lleva al alma a abrazar la cruz como camino de amor, de entrega y de resurrección.

Conclusión: un Evangelio vivido con radicalidad

Los carismas franciscanos no son una moda espiritual, sino una forma de vivir el Evangelio con radicalidad, gozo y fidelidad. Están sostenidos por la Palabra de Dios y se traducen en una vida concreta de pobreza, paz, fraternidad, sencillez y amor crucificado. En cada franciscano auténtico, el mundo puede ver un "Evangelio viviente".

Los carismas franciscanos a la luz de la Sagrada Escritura
Administrador 8 de junio de 2025
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